Una investigación determina que las especies de mejillones más consumidas en el mundo contienen microplásticos y nanoplásticos en cantidades que varían entre 0,13 y 2,45 partículas con un tamaño de entre 3 y 5.000 micrómetros. Los expertos aseguran que ninguna especie se libra de esta contaminación y que si comemos mejillones, comemos plástico. Claro, que lo mismo ocurre con otros muchos alimentos marinos.
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